Un pueblo debajo de la basura. El hecho ocurrió en la Represa 1 de la Mina Feijão en Brumadinho, a sesenta kilómetros de Belo Horizonte, capital del estado de Minas Gerais. Los medios estipulan una cifra cercana a las doscientas víctimas fatales.
Por Rosi Luxemburgo
El hecho ocurrió en la Represa 1 de la Mina Feijão en Brumadinho, a sesenta kilómetros de Belo Horizonte, capital del estado de Minas Gerais. Los medios estipulan una cifra cercana a las doscientas víctimas fatales; pero aún es pronto para determinar el número de afectados en general. Incluso por el hecho de que varios permanecen desaparecidos y los bomberos continúan las tareas de rescate en la zona.
Un desastre previsible
Se trata de la minera Vale, la misma que ya provocó en el 2015 un grave accidente ambiental en Mariana, ciudad ubicada también en Minas Gerais, dejando un tendal de muertes e inhabitable el pueblo.
En su época, el gobierno Dilma recibió muchas críticas por el acuerdo propuesto a la empresa luego del “accidente”, que se preocupaba más por salvaguardar los intereses de las mineras Samarco, Vale y la BHP Billiton involucrados en el crimen, que a los afectados por el rompimiento de la represa en Mariana.
Recién llegado de la conferencia de Davos, el presidente de la compañía Fabio Schvartsman dijo que “sentía muchísimo” lo ocurrido y que desafortunadamente, debe haber muchas víctimas, una vez que la planta estaba llena de empleados de la empresa que están incomunicados.
En su sitio, Vale afirma que todavía no hay confirmación sobre la causa del accidente y que está a disposición. Así como en época del desastre de Mariana, el accidente es gravísimo desde un punto de vista ambiental y puede llegar a ser uno de los mayores en cuanto a pérdidas humanas. Y como en Mariana, la empresa responsable se dedica a lavarse las manos con comunicados.
El presidente Jair Bolsonaro apenas lamentó por Twitter lo ocurrido y determinó el envío del ministro de Desarrollo Regional y de Minas y Energía a la zona. La tragedia se da en marco de un gobierno que ha declarado la guerra contra la política de protección del medio ambiente. Es necesario que la tragedia y el crimen de Minas Gerais abra un debate en toda la izquierda y los sectores progresistas sobre cómo combatir la política del gobierno de híper-depredación del medio ambiente.
El caso de Brumadinho no puede quedarse en el olvido, es necesaria la más amplia solidaridad con los afectados, el reclamo en las calles por justicia y rechazo a las políticas del actual gobierno en el tema ambiental.