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La burocracia y el hombre en Cuba

En el día de hoy Miguel Diaz Canel, 57 años, miembro de la dirección del Partido Comunista Cubano, reemplazará a Raúl Castro al frente del gobierno. La novedad es, precisamente, que por primera vez no será una persona con apellido Castro la que quedará al frente del Estado.

En el fondo, el cambio no va mucho más allá de esto. Lo que se busca es un recambio más “institucional” que en el largo período anterior marcado por el paternalismo de Fidel Castro y luego por la sucesión de Raúl Castro años atrás. 

Un recambio más institucional con un techo en el mandato sería la alternativa para estabilizar una burocracia que perdida la autoridad de la vieja guardia, busca en este tipo de mecanismos atributos de estabilidad.

Por lo demás, las elecciones para el Congreso que lleva adelante esta elección indirecta del jefe del Estado fueron tan anti-democráticas como siempre; elecciones de partido único. La isla de Cuba sigue más o menos aislada del mundo, bloqueada por el imperialismo yanqui, llevando adelante medidas de restauración capitalista a paso de tortuga; todo digitado por una burocracia que acepta introducir reformas de mercado a cuenta gotas, pero de ninguna manera dejar el poder.

Si con Obama parecía que se abría una vía a una salida negociada de restablecimiento de las relaciones con los EE.UU., de fin del bloqueo y de lenta vuelta al capitalismo, todo bajo el control del PC cubano, con Trump los términos se han modificado, pero no se sabe hasta qué punto.

En todo caso, más allá de estos elementos que venimos analizando periódicamente en estas páginas, nos resultó sumamente interesante publicar testimonios de jóvenes blogueros de Cuba, que desde una posición crítica de izquierda a castrismo (aunque no anti castristas), reflejan agudamente las condiciones de vida de los cubanos y cubanas; una suerte de “aguas fuertes” que son un alegato en contra de la burocracia al mando de Cuba desde hace años, pero que no promueven un retorno al capitalismo, sino más bien esbozan la idea de la democracia socialista como alternativa.

Elecciones en plaza sitiada

Yassel A. Padrón Kunakbaeva

“Científico, filósofo marxista, activista revolucionario. Un polovina nacido en la Unión Soviética en medio del derrumbe. Cubano de corazón.”

El sábado 10 de marzo la noche habanera estuvo particularmente animada. No puedo decir si se trata de una percepción subjetiva, pero me pareció ver una muestra de esa manera desenfadada en la que los cubanos nos tomamos los momentos complejos de nuestra historia. Tal y como una vez pasamos las vísperas de una guerra nuclear a paso de conga, esta vez enfrentamos la noche previa a nuestras primeras elecciones saliendo para la calle a pasarla bien. Porque se trata de nuestras primeras elecciones, aunque haya habido otras antes, con la misma estructura.

Por primera vez se nos ha dicho que el próximo presidente no será ninguno de esos Castro que hace sesenta años bajaron de la Sierra. La sensación de enfrentarnos a lo desconocido permanece, aunque tengamos casi la certeza de que el elegido será Miguel Díaz-Canel, aunque las listas a la Asamblea Nacional sean grises e interminables filas de cuadros desconocidos. Todo el mundo sabe que Raúl va a seguir siendo el primer secretario del PCC, y que va a seguir siendo el puntal de legitimidad del gobierno. Sin embargo, la zozobra permanece.

Hace mucho tiempo que Cuba vive en un estado de excepción. Bloqueada, cercada y agredida por la nación más poderosa de la tierra, la nación isleña ya no sabe vivir de otra manera. Nadie puede decir si la existencia de un partido único es una conquista meritoria del socialismo o una necesidad impuesta por las circunstancias de una plaza sitiada. Ambas explicaciones coexisten en el discurso oficial, a pesar de que se aniquilan mutuamente. Lo mejor que se puede decir es que el estado de excepción se ha vuelto una costumbre, hasta el punto de que se ha convertido en la normalidad.

La versión, digamos positiva, sobre la ausencia de pluralismo político en Cuba, hace una invocación al espíritu de unidad del Partido Revolucionario Cubano de Martí. Es conmovedora la idea de una unión de todos los patriotas, y tal vez sería posible avanzar con un solo partido si este fuese capaz de llevar dentro de sí la diversidad, si fuese lo suficientemente dialéctico. Pero las estructuras que copiamos del mundo del socialismo real no están hechas para eso. El centralismo democrático fue limpiado por Stalin de todo lo democrático y no quedó más que el centralismo. La idea de la unidad, cuando es aplicada con métodos de ordeno y mando, termina por transformarse en una unidad de cementerio, un desfile de sombras.

La única explicación mínimamente creíble sobre la situación cubana es la que recurre a la razón de Estado. Cuba no puede autorizar otras corrientes políticas porque servirían de quinta columna para el agresor externo. Sin embargo, este domingo, la plaza sitiada se ha llenado de urnas dónde parece incubarse algo diferente, que nadie sabe lo que es. Una gota de incertidumbre se ha colado en un lugar dónde se suponía que todo fuese marcha cerrada.

De estas elecciones va a surgir un nuevo gobierno. Para ese gobierno, los cubanos tenemos un sinfín de exigencias. Queremos salir de la situación de subdesarrollo económico en que vivimos, queremos que nuestros jóvenes no se tengan que ir del país para tener una vida digna, que mejore la situación del transporte, el agua, la vivienda. Exigimos que se lleven adelante esos lineamientos que surgieron de la discusión con todo el pueblo. Esperamos que se promulguen leyes que encaminen al país realmente hacia una situación de prosperidad. Los cubanos queremos vivir dignamente.

Lo más curioso de la situación es que los planes y caminos correctos ya están sobre el papel en documentos oficiales del Partido, y que no se cumplen por la incapacidad de los cuadros y de las estructuras. Este nuevo gobierno, tiene el encargo de traer vida nueva a las estructuras, forzarlas, ser audaz en sus decisiones y actos. Pero si son incapaces de enfrentar el gigantesco reto de arreglar Cuba, entonces no hagan nada. Tan solo no se quejen cuando otros vayan a hacer lo que ellos no pueden. Porque otros vendrán; ninguna unidad fabricada en los sótanos de la historia va a impedir que la sangre caliente de este pueblo salga a la superficie.

Cuba – Westworld y el lado oscuro del turismo

Yassel A. Padrón Kunakbaeva 2 abril, 2018

La serie de televisión Westworld, ofrecida por la cadena HBO, y aparecida en las pantallas cubanas con el título de Almas de Metal, ha sido sin duda una de las mejores producciones de ciencia ficción de los últimos tiempos. No solo tiene una buena trama, sino que penetra en puntos bastante polémicos acerca del futuro de la tecnología y el destino de la naturaleza humana. Los autores de la serie se dieron incluso el lujo de introducir toda una reflexión sobre la conciencia, su naturaleza intrínseca y las posibilidades de que sea replicada en un recipiente no humano. Se trata, con Westworld, de un producto “filosófico”: todo lo filosófico que puede ser un producto de la actual cultura de masas.

Muchas cosas podrían decirse sobre el mundo que nos ofrece la serie, ese bucólico paisaje del lejano oeste poblado de máquinas. Podría hacerse hincapié en el evidente carácter nietzscheano de la búsqueda de William, que como una poderosa bestia hace su voluntad sobre ese mundo, solo para repetir una y otra vez su sombrío destino. O podría arrojarse luz sobre la presencia de Hegel y de su impronta en la manera en que conformaron la trama de Dolores. La protagonista se lanza a un viaje a través del Laberinto, un viaje hacia la conciencia a través del sufrimiento, semejante únicamente a aquel que Hegel expuso en la Fenomenología del Espíritu. Incluso, podría hablarse del contenido marxista implícito en toda la historia. Sin embargo, la lectura que proponemos aquí es un poco más terrenal, y tiene que ver con el turismo.

El mundo de Westworld es un mundo con las reglas claras. Por un lado, están los insaciables usuarios, los huéspedes que vienen a usar el parque para satisfacer sus deseos más oscuros. Por el otro, están los anfitriones, un pueblo de autómatas con la única función de satisfacer a los huéspedes, aunque ello signifique enfrentarse a la violencia y el dolor todos los días. Puede parecer una situación límite, insoportable; sin embargo, Westworld no se diferencia mucho de cualquier destino turístico. Existe un grupo de condiciones que debe cumplir todo paraíso turístico y que en dicho parque se cumplen a la perfección. Estas son: 1) El amplio gasto de recursos naturales. Un sitio dedicado al turismo consume una gran cantidad de recursos naturales. 2) Una población completamente al servicio de los turistas, completamente objetualizada, tanto en su producción cultural como en el manejo de sus cuerpos. 3) Un tipo de individuo que se adapte a ser un mero recurso. No puede tener una gran memoria: lo ideal es que cada día se olvide de su pasado. 4) Un grupo de tecnócratas que administren el lugar, que decidan la vida y el destino de los anfitriones desde sus oscuras oficinas.

Hoy en día, estamos acostumbrados a que nos ofrezcan una imagen muy idílica del turismo. Y puede ser que algunos modos del turismo, como el de naturaleza, sean más inocuos que otros. Sin embargo, pocas veces nos hablan del lado oscuro, de los efectos que tiene esa actividad sobre la población nativa. El turismo se construye, desde su concepto, sobre la idea del consumo: un consumo asociado únicamente a la satisfacción de la apetencia. Ser un objeto de consumo es una forma de objetualización más fuerte que aquella que sufre el trabajador enajenado de los medios de producción, ya que de ti no se espera que vendas solo tu fuerza de trabajo, sino también tus palabras, costumbres, rituales e incluso tu cuerpo. En los países turísticos tiende a surgir una capa de población dedicada únicamente a actuar como el turista espera que ella actúe. Esto, en el parque de Westworld, se garantizaba de antemano: los anfitriones eran androides programados para servir.

En los últimos años, en Cuba ha crecido la idea de que el futuro económico del país está en convertir la isla en un parque temático del socialismo, con palmeras y mulatas incluidas. Apostar de ese modo por el turismo, como única opción económica, puede resultar suicida para la sociedad cubana. Avanzar por ese camino podría significar el arraigamiento de tendencias negativas. Podríamos terminar intentando emular con el Gran Maestro de Westworld, queriendo mover con un chasquido de dedos gigantescas cantidades de recursos que otros necesitan; dejando, por ejemplo, a la población de La Habana Vieja sin agua. Podríamos terminar creando una vida cultural falsa, folklórica, parecida a la que tenían los androides de la serie, hecha solo para consumo de los huéspedes. También podríamos terminar favoreciendo la reproducción de un tipo de ser humano enajenado, tercermundista, sin capacidad para sostener una misma idea por mucho tiempo. Y lo peor, podría crearse una casta de ingenieros de almas, oculta tras el cristal oscuro de los automóviles. La raza de los administradores del parque.

Cuba – Crecer entre las ruinas

Yassel A. Padrón Kunakbaev

Un día estaba yo sentado en la concurrida parada de 23 y 12 en compañía de mi buen amigo Alejandro Mustelier, cuando este compartió conmigo una profunda reflexión. Según Alejandro, el ambiente hostil en el que los cubanos nos veíamos forzados a vivir nos había convertido a algunos en verdaderos escorpiones del desierto de tres colas. Es decir, nos había transformado en criaturas extremadamente resistentes, capaces de sobrevivir en las más áridas circunstancias. La ocurrencia puede parecer graciosa, pero merece una reflexión más demorada.

La inmensa mayoría de los cubanos convivimos día a día con una realidad verdaderamente dura. Las grietas, manchas, derrumbes, etc. han pasado a ser parte de nuestra vida cotidiana; la basura misma, los escombros, el agua desbordada, son una parte necesaria del paisaje. Tanto es así, que ese mundo de las películas, en el que todo está estilizado y limpio, nos parece hasta cierto punto irreal. Más de un adolescente cubano se ha preguntado si el mundo exterior a Cuba realmente existe, y si no viviremos todos en un reality show.

Cuba se siente como un lugar que está al borde de un colapso civilizatorio. Y no se trata solo de la imagen. Vivir en Cuba implica una permanente lucha por acceder a los bienes más elementales, participar de una economía subterránea de barracudas y tiburones. El transporte urbano de La Habana es un verdadero suplicio que muchos sufren a diario; los pasajeros viajan como un ejército de zombis condenados, muertos en vida. Incluso las celebraciones en Cuba tienen algo de demoníaco: se celebra entre las ruinas de una vieja civilización.

La reacción más común entre la gente es la de tratar de esconder la cabeza, encerrarse en una burbuja, llegar a casa, bañarse, y sentarse a ver la novela. La realidad, no obstante, toca fuerte a la puerta. Son muchos los que se sienten derrotados, los que han aceptado la miseria y la angustia como la marca de sus vidas fracasadas. Entre estas personas, lo más común es el deseo de condenar en bloque al sistema político, de echarle las culpas al “gran padre” de todos sus problemas.

¿Pero qué pasa si un cubano, con deseos de llegar hasta la causa última del mal, se dedica leer a Marx, y descubre sorprendido que el filósofo le da la razón desde la lejana fecha de 1844, en la crítica del comunismo vulgar? Leer a Marx desde la Cuba del siglo XXI puede ser una experiencia interesante, sobre todo cuando se lee al mismo tiempo a Nietzsche. Uno comienza a leer a Marx con los ojos de Nietzsche y a Nietzsche con los ojos de Marx. La vida revolucionaria puede ser entendida entonces como una manifestación de la voluntad de poder; la lucha contra el capitalismo, como la determinación de construir un poderoso lazo de solidaridad entre hombres y mujeres libres.

Nuestro destino nacional, trago amargo, puede dejar de parecer algo especialmente terrible cuando se comprende que el mundo es un lugar terrible. No somos más que las víctimas de una tragedia histórica, en la que no se va a ganar mucho con sacar la cuenta de los culpables o los inocentes. Todos hemos sido cómplices de esta Revolución maldita. Nuestros padres, y un poco también nosotros, hemos bebido del dulce vino de sentirnos dignos, soberanos, la capital del antimperialismo mundial. Ahora nos toca seguir el camino al abismo.

La mejor opción que nos queda, existencialmente, es asumir la fuerza que nos da ser seres que hemos crecido entre las ruinas. Mirar de frente a la oscuridad del destino, con la sonrisa de Zaratustra a flor de piel, y atrevernos a ser libres. Rompiendo con el pasado, sintiéndonos libres de deudas y de resentimientos, es la forma en que, paradójicamente, más cerca vamos a estar de seguir en lo mejor de nuestra tradición revolucionaria. Los hijos del nuevo día son los que construirán el futuro.

Publicado originalmente en:

La Luz Nocturna

laluznocturna.wordpress.com

Cuba – A ese hombre hay que respetarlo

Miguel Alejandro Hayes Martínez – Tomado de La Joven Cuba

Cuando un cubano que vive en Cuba va a buscar un nuevo trabajo en el sector estatal, que es el que ofrece la mayoría de los empleos en nuestra sociedad, tiene que pasar determinados procesos. Dentro de estos, está el de las llamadas verificaciones. ¿Son verdaderos diagnósticos en aras de velar por una correcta contratación o un anacronismo heredado de épocas más dogmáticas?

Si bien es cierto que el proceso no se da en muchas ocasiones de la manera ideal, sí juega un papel importante en la contratación del ciudadano. Durante el proceso, en los CDR se debe buscar información sobre su comportamiento en el barrio. Si es buen vecino, si hace las guardias, si tiene una actitud político-ideológica correcta, es parte de lo que se averigua. ¿Cuál es el origen de semejante cosa? ¿Por qué se mantiene en nuestra sociedad? ¿Para qué sirve?

Todo empezó en épocas de euforia revolucionaria, -de paranoia e ignorancia diría yo-, donde el que no estaba con el proceso, es decir, el que verbalmente no expresaba su simpatía, era rechazado. Nuestra sociedad en su política, no podía convivir con esas personas. Solo podíamos construir el socialismo, se pensaba, con quienes estuvieran de acuerdo. ¿Es esa una concepción correcta?

No todo el que vive en el capitalismo está perdidamente convencido de que el capitalismo es el último estadio social y el más avanzado. Incluso, muchos extranjeros del capitalismo del primer mundo vienen a decirnos a los cubanos ‘’el paraíso’’ que tenemos, y según ellos es mejor, pero viven en ese capitalismo y regresan a él. El hecho de que vivan ahí, es lo que fortalece al capitalismo, y aunque digan que les gusta Cuba, todo su aporte es este, y solo contribuyen al proceso de construcción socialista con ahorros vacacionales.

Digo esto porque tiene que quedar claro, quién aporta a una sociedad y quién no. Marx afirmó que un sistema se valida cuando las mejores mentes trabajan para él. Eso llevado a un plano más amplio, nos conduce a pensar que se fortalece una sociedad que suma, socializa, logra incorporar individuos, no excluirlos. Al capitalismo en los marcos de estado nación, le importa que produzcan y consuman, solo quien atente contra esto representa un enemigo.

Debemos aprender alguna de esas cosas. No tiene que ser una persona simpatizante de la máxima dirección del país y de las políticas que se llevan a cabo, para que aporte a la sociedad su trabajo. Si lo excluimos, lo estamos privando del derecho laboral, incitando a la tan condenada “disidencia” y la sociedad pierde el aprovechamiento de una capacidad productiva más.

Siempre habrá quien haga uso oportunista del gastado recurso de “la plaza sitiada”, y plantee que posturas como las defendidas en este post van contra la tradición revolucionaria. Sin embargo, el más puro pensamiento revolucionario, el de Ernesto Guevara, pudiera responder ante el rechazo y la negación de empleo a quien no apoya al gobierno:

“De tal manera que hay que reconocer la realidad actual, y reconocer que hay una cantidad, una determinada categoría del pueblo de Cuba que no está con la revolución, que no tiene mucha simpatía o que no tiene ninguna simpatía, pero como individuos que venden su trabajo o su fuerza de trabajo durante determinadas horas, que percibe un sueldo, y que si lo dejan tranquilo, con su mujer y sus hijos, su forma de educarlos, él se queda en su casa. A ESE HOMBRE HAY QUE RESPETARLO.” (1 p. 171)

Bibliografía

Borrego, Orlando. El camino del fuego. La Habana : Imagen Contemporánea, 2011.

SoB, 19/4/18

El centrismo, las transformaciones económicas y la miseria de los intelectuales de “izquierda”

Por Rodolfo Crespo, artículo de opinión para Socialismo o Barbarie, 23/07/2017

Con el pensamiento en Ana Belén Montes, porque tu lucha es nuestra lucha, porque tu resistencia es también el estímulo a nuestro quehacer, que lleguen a ti estas palabras y ¡hasta la victoria siempre compañera!

Para Humberto Pérez González que, como vocero integrante y confeso de esa nueva pequeña burguesía que surge en Cuba, hace gala del comportamiento que Lenin apreciaba en esa clase social cuando afirmaba que “caminaba hacia adelante pero mirando hacia atrás”.

La burocracia [en los países socialistas] acabará transformándose en propietaria, porque “el privilegio sólo tiene la mitad del valor si no puede ser transmitido por herencia a los descendientes”, y porque “es insuficiente ser director de un consorcio si no se es accionista”Leon Trotski. 1936

“No sólo no soy moderado sino que trataré de no serlo nunca, y cuando reconozca en mí que la llama sagrada ha dejado lugar a una tímida lucecita votiva, lo menos que pudiera hacer es ponerme a vomitar sobre mi propia mierda” Carta de Ernesto Guevara a su madre. México, 15 de julio de 1956.

En los distintos sitios web vinculados con Cuba (CubadebateLa Pupila InsomneSegunda CitaOn CubaCuba Posible, pero también en Granma, órgano oficial de su partido comunista) se desarrolla una intensa lucha ideológica en torno a las transformaciones económicas que ésta lleva a cabo tratando de interpretar no tanto la trayectoria futura (que todos ya conocemos hacia dónde va) como la influencia en la orientación detallística de las mismas.

Por el momento no se mencionan nombres ni de un bando ni de otro, no se acusa a nadie, ni se trata de responsabilizar a alguien, una muestra del relativo equilibrio y del delicado momento en que se encuentran las hostilidades, que acabarán sin duda rompiéndose, porque nunca el equilibrio es absoluto, éste jamás es estático, el equilibrio siempre es equilibrio en movimiento. Por tanto, en los tiempos futuros veremos una encarnizada batalla entre las fuerzas en pugna, hoy comedidas y calculadoras, aunque no necesariamente antagónicas en sus objetivos finales, como ya se vio en la ex Unión Soviética, y que seguramente coincidirá en el tiempo con la exactitud de un reloj, con la salida de escena de la octogenaria y nonagenaria generación que hizo la Revolución; por consiguiente, cuestión de escasos años, mientras seguiremos viendo a las fuerzas contendientes cavando trincheras, acaparando pertrechos, captando acólitos y alistando sus tropas en el campo de batalla para cuando llegue la ofensiva final1.

El artículo que comentaremos (¿Contra “el centrismo” o contra una posición de izquierda militante pero realista y dialéctica?2) es una de las muestras de esos movimientos táctico-estratégicos y una de las últimas guindas de este férreo enfrentamiento, por el momento dialéctico. La publicación en cuestión es firmada por el ex ministro cubano de lo que hoy es Economía y Planificación, Sr. Humberto Pérez González, en el Blog Segunda Cita propiedad del cantautor cubano y no de los fundadores de la Nueva Trova en la Isla, Silvio Rodríguez.

Tanto el sitio escogido para su publicación como el contenido vertido por Pérez González en el texto de opinión, aparecido en dicha página, no dejan neutralidad valorativa alguna; el Blog del cantante antillano tiene una feligresía forista fija, fiel, que le hace la “pelota” a su editor y donde el que quiera hacerse asiduo del mismo se le pide hasta la identificación personal, algo que lo hace endogámico; si a ello unimos que los post de opinión aparecidos en dicho Blog muestran una diversidad político-ideológica diversa (aunque, de muy leves matices), y su fundador dejó una frase lapidaria y para la posteridad  (“Los ricos no tienen que dejar de serlo, sólo pensar un poco en los que no tienen su suerte. Perdón por la utopía, pero cualquier otro camino me parece injusto e infinitamente más doloroso”3) en una entrevista realizada por medio de correo electrónico (por éste motivo, pensada y meditada) para el diario socialdemócrata y de centro izquierda mexicano La Jornada, no hay dudas de ningún tipo de por qué el Sr. Humberto Pérez decidió escoger el Blog Segunda Cita, también acrónimo de un disco de la autoría de su dueño, para publicar su opinión sobre uno de los candentes temas de las transformaciones económicas en desarrollo en la Isla, a saber la no muy disimulada (aunque trate de camuflarse  con una retórica de izquierda, marxista, socialista y comunista) introducción de métodos, formas de gestión, categorías y figuras económicas propias del capitalismo ninguna de las cuales tiene nada que ver con la edificación, ni tan sólo la innovación, de un sistema alternativo que saque al hombre de la prehistoria y que impida que unos ciudadanos se apropien del excedente producido por los demás. Esa es la verdadera cuestión que, por mucha palabrería, verbosidad y corrupción del lenguaje con que trata de envolverse es lo que se ve por todas partes.

El artículo de González comienza con un tamaño de oxímoron que, por el método argumentativo empleado, enunciar siempre positivamente lo que intenta negar como excepción, dejaría boquiabierto en pleno siglo XXI al creador del mismo, el filósofo inglés John Locke4. Dice Humberto Pérez “Cierto es que el Capitalismo como sistema económico social es un sistema de explotación despiadado… Pero de esto a concluir que al Capitalismo hay que echarlo por la borda como un todo único e indistinto, despreciando todo lo positivo que ha creado y desarrollado a lo largo de la historia sobre todo en la esfera de la economía, hay un gran trecho”5. Quien conozca algo la obra del “padre del liberalismo clásico” convendrá conmigo que el razonamiento embaucador, embustero y estafador al servicio de la burguesía de su época era más sutil, ingenioso e inteligente que el empleado por el economista cubano para defender los mismos intereses de esa clase social naciente en la Cuba de hoy.

Aunque queda claro en su retórica el tratar de complementar la primera parte de su planteamiento con la otra que tiene un significado totalmente opuesto y contradictorio, hay que decirle al economista cubano,  recordando al extinto José Luis Sampedro  que “no es que el capitalismo sea malo, es que está agotado” y que “salvo por la técnica estamos en la barbarie”6, ¡aunque ni eso!, si somos consecuentes marxistas hay que considerar que la tentativa de mantener la producción capitalista, identificada solo con la técnica, y no cambiar más que la distribución y la circulación es pura falacia. De la misma manera, no es posible una abolición de la producción de plusvalía sin la abolición de la producción de valor. Esto exp1ica también por qué los marxistas de todas las tendencias han llegado tan rara vez a esta conclusión teórica: estaban casi siempre empeñados en ver ya en acto la abolición de la producción de plusvalía en algún lugar del mundo, pero evidentemente sin poder afirmar que en el país en cuestión ya no existía el valor, con lo cual no se si como medida transformadora vale la pena dicha abolición.

Más adelante, Pérez González acude a Lenin, el más grande líder político y revolucionario que ha conocido la historia de la humanidad  junto a Trotsky (cuyo asesino jadeante y confeso se paseó por las calles de La Habana, acogido y protegido por los fundadores históricos de la Revolución Cubana, alguno de los cuales ya han muerto sin siquiera disculparse por ello), para defender la introducción del taylorismo en Rusia como forma de organización (y extenuación de los trabajadores en el trabajo en cadena, no lo olvide el Sr. Pérez González) de las plantas productivas también en las empresas socialistas.

Me imagino que ya hoy el Sr. Pérez agotado el fordismo como “paradigma tecnológico” se auxilie en el toyotismo y desestime las “recomendaciones” de Lenin sobre la fórmula que Henry Ford encontró más efectiva para organizar la producción, de forma tal que le permitiera extraer una mayor cuota de plusvalía en las condiciones de un mercado en expansión, escenario abierto tras la enorme destrucción de fuerza de productivas y la ofrenda al capital de 60 millones de muertos tras concluir la segunda guerra mundial;  aunque tampoco imagino que el Sr. Pérez, tan hábil en recoger todas las “buenas nuevas” del capitalismo para edificar el socialismo acuda al “esquema de producción flexible”, “posfordista”, que en respuesta a un mercado deprimido se atribuye su innovación a la firma japonesa Toyota el carácter de pionera, puesto que hoy en día ni fordismo ni toyotismo tienen cabida, ya que la especulación tiende a convertirse en la relación económica dominante del proceso de “valorización” del capital financiero, la forma preponderante de realización de la reproducción ampliada del capital transnacional, en esa línea si nos atenemos a las consejos del Sr. Humberto Pérez tan ducho en llevar para Cuba los últimos “logros” del capitalismo tendremos dentro de poco una Bolsa de Valores en La Habana, algo que no es de extrañar si tomamos en cuenta que la China comunista, como los cubanos la consideran (para nosotros la segunda potencia capitalista más importante del mundo), tiene uno de los más importantes y decisorios centros financieros del mundo en su bolsa de Shangai.

Todas las citas aisladas que toma Humberto Pérez de la obra de Lenin se refieren al terrible período que siguió al triunfo de la revolución (agresión extranjera y aplicación forzosa de la Nueva política Económica) cuando tampoco había muchas opciones, ¿Por qué no toma esta otra cita, también de Lenin, para afirmar lo contrario, “en la fuerza de la costumbre, en la fuerza de la pequeña producción. Porque, desgraciadamente, queda todavía en el mundo mucha, muchísima pequeña producción, y la pequeña producción engendra capitalismo y burguesía constantemente, cada día, cada hora, espontáneamente y en masa”? No es decente tomar frases de Lenin sin conexión alguna para afirmar que uno de los más grandes pensadores anticapitalistas que jamás haya existido, también sirve de referente como una de las fuentes teóricas de extracción de aspectos del capitalismo para construir el socialismo.

¿No se da cuenta el Sr. Humberto Pérez que en la búsqueda de “los avances del capitalismo en la esfera de la organización económica que debían ser tenidos en cuenta en la construcción del socialismo” hay algo muy iluso, algo que no entiende el drama de quien llega tarde a un modelo enfermo, caduco y que esta de salida? ¿Usted no sabe que el capitalismo, con toda su economía de mercado y sus valores egoístas e insostenibles es una civilización en quiebra? ¿O hay que personárselo y considerárselo un simple lapsus, al no haber vivido las penurias del capitalismo ni sentido las estrecheces del socialismo dada su condición de burócrata integrante de la más alta nomenklatura del estado cubano?

En cuanto a la historia de la Unión Soviética (en la que Cuba se fijó mucho) no hay que idolatrarla tanto, la única posibilidad de participar en la “modernidad” en una posición no completamente subordinada era una autarquía forzada: un espacio protegido de toda competencia exterior debía permitir el desarrollo de un capitalismo local. Eso fue, en efecto, lo que ocurrió en Rusia, en China y en muchos países de la periferia del sistema-mundo capitalista. La “construcción del socialismo” en Rusia no era ni una tentativa, que finalmente habría fracasado, de construir una sociedad emancipada (como afirmaban sus partidarios), ni la loca ambición de realizar una utopía ideológica (como querían creer sus críticos burgueses), ni tampoco una “revolución traicionada” por la nueva burocracia parasitaria (como proclamaban sus críticos “de izquierdas”). Era sobre todo una “modernización tardía” Sr. González en un país atrasado.

La mercancía, el dinero, el valor y el trabajo abstracto no solo no se abolieron en la Rusia socialista, sino que se trató de desarrollarlos hasta los niveles occidentales suspendiendo el libre mercado. La economía mercantil no fue superada, sino que tenía que ser dirigida por la “política”. En Rusia se repitió una especie de “acumulación primitiva” que implicaba la transformación forzosa de decenas de millones de campesinos en trabajadores de fábrica y la difusión de una mentalidad adaptada al trabajo abstracto.

Al principio los éxitos fueron notables y, en poco tiempo, la Unión Soviética se convirtió en la segunda potencia industrial del mundo. Las “democracias occidentales” se declaraban horrorizadas por los métodos con los que se había alcanzado ese resultado. En realidad, no deberían haber visto en ellos más que un resumen concentrado de los horrores de su propio pasado. La atrasada Rusia había repetido en algunos años lo que en el Oeste había llevado siglos. En efecto, el establecimiento de la “libre” economía de mercado se había llevado a cabo también en Occidente mediante el terrorismo de Estado, los trabajos forzados, el militarismo, la destrucción de las tradiciones, la condena de los campesinos al hambre y la supresión de las libertades individuales. El Occidente llamado “libre” hubiera debido reconocer en los comunistas países del Este el reflejo de sus propios orígenes, aunque ni de un lado ni del otro se quería admitir este hecho.

Cuanto más avanzada estaba la evolución del mercado mundial y más atrasados estaban los países en cuestión conforme a los criterios capitalistas, más violentos, e incluso delirantes, eran los métodos empleados. La ideología socialista no era más que una justificación paradójica para introducir más rápidamente las categorías capitalistas en países en los que éstas estaban en gran medida ausentes. En lugar de “emancipar” al proletariado, primero fue preciso crearlo de la nada.

El “socialismo real”, el que realmente ha existido en todas partes, es preciso recalcarlo jamás fue ni ha sido una “alternativa” a la sociedad mercantil, sino una rama muerta de esa misma sociedad, una nota a pie de página de su historia. Por esta razón, no podía superar su contradicción de fondo: aspiraba a regular de manera consciente el automovimiento del valor y del dinero, que es ciego por naturaleza. Se trataba pues de una sociedad basada en la mercancía y el valor que al mismo tiempo había abolido la competencia, que en una sociedad mercantil adapta la producción a las necesidades sociales. Esta fue, en última instancia, la causa de todas las insuficiencias de la economía soviética y de todas aquellas que se han esforzado en “construir” el socialismo: una producción que no tenía en cuenta ni la calidad ni las necesidades, una gran dificultad para enviar los recursos allí donde resultaban útiles, un bajo rendimiento del trabajo, etc. Finalmente, la “revolución microinformática” y la “financiarización” en Occidente a partir de los años setenta hicieron su trabajo, haciendo insuperable el abismo entre el Este y el Oeste, y el llamado “campo socialista” colapsó, pero a diferencia de lo que pensaban los vencedores, el hundimiento de los países del Este no significó la victoria definitiva del capitalismo occidental. Constituye más bien lo contrario, una nueva etapa en la crisis mundial de la sociedad mercantil. Se ha roto otro eslabón más de la cadena7.

Todo este atropellado recorrido histórico es para darle un consejo Sr. Pérez: en los años que le quedan mejor ocúpese de razonar en cómo crear una alternativa al capitalismo antes de seguir hurgando en qué cosas del mismo es factible llevarle a un pueblo como el cubano, cuya resistencia ha sido tan estimulante para todos nosotros y el mundo y que, por consiguiente, merece  algo mejor. Suplantar la magia de la planificación por la magia del mercado, o como decía el compañero Fernando Martínez Heredia, “el socialismo economicista no podrá darle una salida socialista y eficaz a la situación actual”8, por cuanto que el mercado en líneas generales (y esto debiera quedar claro para todos los cubanos) no resultará un instrumento de bienestar económico más eficaz para Cuba de lo que ha sido la planificación, puesto que las principales dificultades económicas de la mayor Isla caribeña han provenido, aún provienen y previsiblemente aún provendrán, no de sus mecanismos económicos internos, sino de su posición estructural en la economía capitalista mundial, como parte integrante de su vasta y extensa área periférica, y esa ubicación ocupando los peldaños más bajos en la producción de valor en la única división internacional del trabajo que existe, la capitalista, lamento decirle que no va a cambiar mucho.

No contento con llevar los aspectos “positivos” del capitalismo para Cuba, el Sr. Humberto Pérez, señala los países y regiones en los cuales Cuba debe fijarse como modelo a imitar, y así enuncia los países nórdicos: Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia, aunque no tiene la más mínima vergüenza de considerar la experiencia “incluso de países imperialistas con una propiedad pública significativa”9(¡sic! países imperialistas). No sabe el Sr. Pérez que la cuestión del capitalismo no es sólo un asunto relacionado con la propiedad. De hecho, advertimos que cada vez existen más sujetos de mercado que reúnen en sí mismos las categorías lógicas del propietario de los medios de producción y del asalariado: en el marco del enorme aumento del número de los trabajadores “autónomos” (Trabajadores por Cuenta Propia en Cuba), que en ciertos países ya son más numerosos que los asalariados, esta figura del autoexplotado ha conocido una gran difusión. Entre los asalariados que siguen en su sitio, muchos defienden efectivamente sus “intereses” matándose a trabajar para mantener la “competitividad” de la empresa donde tienen su “puesto”.

La “autogestión obrera” ha encontrado finalmente su cruel parodia en la idea de una “democracia de los accionistas”, es decir, de un universo de asalariados que, remunerados con acciones, se convertirían colectivamente en “propietarios de sus empresas”, haciendo realidad la asociación perfectamente lograda entre el capital y el trabajo”. Uno se puede imaginar, al menos en el plano lógico, una sociedad capitalista en la que la propiedad de los medios de producción estuviese distribuida entre todos los sujetos en lugar de estar concentrada en unas pocas manos. El fundamento de esta sociedad es la relación de apropiación privada, no el número de propietarios. La “democracia de los accionistas” no existirá jamás, pero su sola posibilidad demuestra que el conflicto entre trabajo y capital no constituye el corazón de la sociedad capitalista.

Pero veamos los países del norte de Europa y sobre todo aquellos de los que se hablan maravillas de lo bien que lo hacen con sus respectivos Estados del Bienestar, miremos más a fondo esos supuestos paraísos nórdicos del bien hacer que nos propone el Sr ex ministro de Economía y “comunista” cubano Humberto Pérez. En primer lugar, veremos que son enormemente energívoros (cosa que Cuba no tiene mucho); en segundo lugar, la inmensa mayor parte de sus ingresos provienen de actividades que poco tienen que ver con el consumo energético y sí mucho que ver, quizá con el hecho de que obtienen buena parte de sus ingresos de expoliar con transnacionales (las mismas con que sueña Pérez González) al resto del mundo, al que expolian financieramente porque son países enormemente capitalistas. En el caso de Noruega, si en energías renovables tienen un gran aporte, se lo deben más a la naturaleza que a la tecnología, pues su privilegiada situación hidroeléctrica, de la que obtienen prácticamente toda su electricidad, no es sencillamente extrapolable al resto de los países del mundo, y por supuesto tampoco a Cuba. Por favor, Sr Pérez, no busque usted otras vías de escape que también son caminos muertos.

A fines del siglo XVIII e inicios del XIX Don Francisco de Arango y Parreño, la mentalidad burguesa más grande que ha dado la Isla de Cuba y acaso la península Ibérica en todos los tiempos, porque en aquel entonces no existía aún Cuba como nación, se dio a la tarea de recorrer el mundo y llevar para la mayor isla de las Antillas (que era una parte más de su España) los principales avances que se habían obtenido en el campo de las ciencias, la Física, la Química, la Botánica, etc., etc., (lo mismo que quiere hacer ahora el Sr. Pérez González, pero con los supuestos “avances” del capitalismo). En su empeño, éste pionero también llevo a Cuba una Escuela de Economía Política que, sin embargo, desapareció tan rápido como casi recién fundada, porque los azucareros cubanos (el mismo Arango, propietario del Ingenio azucarero más grande del mundo en su época, “La Ninfa”, donde su imperturbable frialdad de hombre económico le llevó a realizar el corte de la caña casi exclusivamente con mujeres esclavas) necesitaban como propietarios de esclavos, el medio de producción fundamental por excelencia, “una especial economía política burguesa-esclavista que jamás se escribió…aunque a la larga [les fue útil], incapacitados por sus contradicciones de construir un cuerpo de doctrinas positivas, solo pudieron fijar las normas negativas. La sacarocracia supo, concretamente lo que no quería saber”10.

Espero que el Sr. Humberto Pérez, que está lejos de poseer la genialidad sin paralelo que en su época tuvo Arango, no tenga que llegar a experimentar las categorías económicas del capitalismo en Cuba para darse cuenta que, como decía el Che, se puede llegar a un callejón sin salida “persiguiendo la quimera de realizar el socialismo con la ayuda de las armas melladas que nos legara el capitalismo (la mercancía como célula económica, la rentabilidad, el interés material individual como palanca, etcétera)…”11, porque la cuestión no es la técnica ni el método de gestión, sino las relaciones económicas de producción de que se trate; le recuerdo al Sr. Pérez que los herederos de Francisco de Arango y Parreño en la década de 1860 ya no solo no tenían cátedra de Economía Política, sino que de tantos inventos que quisieron llevar a Cuba terminaron recomendando vender la caña ¡en trozos!, porque ni siquiera hecha guarapo que es el jugo de la caña (ya que éste al momento de extraído comienza a sufrir una rapidísima alteración química y pierde su contenido de sacarosa) era factible venderla, y todo porque eran esclavistas que querían traer los adelantos del capitalismo que no le valían para nada, puesto que eran irreconciliablemente incompatibles entre sí, igual que el capitalismo y el socialismo Sr. Pérez. Lea la historia que le puede ser útil porque, sí no quiere meter el capitalismo en Cuba utilizando subterfugios como los que plantea en su artículo y de verdad quiere construir el socialismo, en el régimen capitalista no va a encontrar absolutamente nada para ello.

Finalmente llega usted al Che Guevara, el paradigma de los anticapitalistas y antisistemas del mundo, buscando algo que pueda legitimar ante el pueblo cubano sus ideas de llevar lo “mejor” del capitalismo a Cuba, pero no lo ha encontrado, ha mentido como un bellaco porque a pesar de haber ofrendado su vida peleando en otras tierras que reclamaban el concurso de sus modestos esfuerzos, ¡tan sólo a los 39 años de edad!, por tanto, con toda otra más que media vida por delante, para madurar aún más su pensamiento y acción, el Che Guevara con lo que hizo y dejó escrito es el arquetipo y ejemplo del anticapitalista por antonomasia. ¿o no le basta a  usted el sólo hecho de haber manifestado que “toda nuestra acción es un grito de guerra contra el capitalismo”12?

Sin embargo, usted ha tenido suerte Sr. Humberto Pérez González, porque si el Che estuviera vivo y llega a conocer el objetivo con que usted lo utiliza en el artículo de marra, no creo que le hubiese cortado la cabeza por difamar y decir cosas que él no dijo, porque el Che era ante todo una persona profundamente humana que lo movían grandes sentimientos de amor, pero y permítaseme parafrasearlo, lo menos que hubiese podido hacer al enterarse de su “fulgurante y luminoso” escrito es comenzar a vomitarse sobre la pestilente y hedionda mierda13 que exhala del mismo, y con él toda esa producción teórica  del conjunto de la “izquierda militante pero realista y dialéctica” que vos, con la anuencia del Blog de Silvio Rodríguez, la procapitalista  y restauradora web Cuba Posibley alguna otra más, dice representar.

Notas:

  1. La frase de Pedro Monreal en su Blog de reciente creación a uno de los que al parecer milita en el “bando opuesto” (Elier Ramírez Cañedo) lo dice todo de por dónde van y hacia dónde se dirige la sórdida lucha “Estoy seguro de que entiende que este debate apenas está comenzando. Mucho desearía que el debate se conduzca de manera constructiva”¿Tarjeta roja para el “centro”? Comentando un texto de Elier Ramírez Cañedo.https://elestadocomotal.com/2017/07/21/tarjeta-roja-para-el-centro comentando-un-texto-de-elier-ramirez-canedo/ aunque también en https://elestadocomotal.com/2017/07/20/debates-en-cuba-ideologia-sin-proteinas/
  2. Pérez González, Humberto. ¿Contra “el centrismo” o contra una posición de izquierda militante pero realista y dialéctica?. Blog Segunda Cita, 11 de julio 2017. http://segundacita.blogspot.com.es/2017/07/contra-el-centrismo-o-contra-una.html
  3. Soñar con imposibles es posible; ignoro si aferrarse tenga sentido. Entrevista concedida por Silvio Rodríguez a La Jornada previo a la presentación de su Gira Interminable en México. 1 de marzo de 2014. http://www.jornada.unam.mx/2014/03/01/espectaculos/a07n1esp
  4. Locke comienza siempre con una premisa mayor extremadamente honesta, aceptable por todos que, sin embargo, terminará por negar durante el curso de su estrategia retórica. Como parte de su táctica, Locke introduce sutilmente su premisa menor, que invierte la posible conclusión que se hubiera inferido de la premisa mayor.
  5. Ibídem. http://segundacita.blogspot.com.es/2017/07/contra-el-centrismo-o-contra-una.html
  6. José Luis Sampedro Discurso de investidura como doctor honoris causa por la Universidad de Sevilla abril de 2009. http://www.publico.es/actualidad/sampedro-no-capitalismo-sea-malo.html
  7. Fue el profesor norteamericano Immanuel Wallerstein (que sepamos jamás publicado en una imprenta cubana, pese a haberse publicado más de un billón de libros desde el triunfo de la revolución en 1959) el primero en afirmar en la década de 1970 que en realidad NO existía ni ha existido nunca un sistema socialista mundial, a lo sumo podíamos hablar de un sistema sociopolítico distinto. Un resumen de cuya posición puede verse en Mitos del sistema-mundo capitalista/“moderno” punto 2. Existió (en su momento se dijo existe) un sistema socialista mundial, distinto, contrapuesto y alternativa al capitalismo.
  8. Martínez Heredia, Fernando. Artículo citado. Rebelión 3 abril 2014. Disponible en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=182853&titular=%93ning%FAn-lenguaje-es-inocente.-el-inocente-es-uno-si-se-lo-cree%94-
  9. 4. Ibídem. http://segundacita.blogspot.com.es/2017/07/contra-el-centrismo-o-contra-una.html
  10. Manuel Moreno Fraginals. El Ingenio T. I pág 153-154. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana 2014. El Ingenio fue alabado por el Che Guevara quien al terminar de leerlo expresó que no recordaba “haber leído un libro latinoamericano en el cual se conjugara el riguroso método marxista de análisis, la escrupulosidad histórica y el apasionamiento, que lo torna apasionante”. Lo que no pudo adivinar Che fue que este elemento concluyó su vida como un degenerado intelectual, que terminó afirmando aberraciones históricas como que “uno de los axiomas inviolables de Estados Unidos ha de ser su concepto de América para los americanos que no necesariamente ha de ser interpretado como América para los norteamericanos”. Hay que ser muy canalla para afirmar eso.
  11. Ernesto Che Guevara. El socialismo y el hombre en Cuba. 1965. https://www.marxists.org/espanol/guevara/65-socyh.htm subrayado nuestro.
  12. Ernesto Che Guevara. Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental
  13. La frase del Che Guevara es la que aparece encabezando el presente escrito.